sábado, 17 de octubre de 2009

EN DEFENSA DEL ARZOBISPO CORTÉS Y LARRAZ

Don Pedro Cortés envía al Rey su renuncia a la diócesis de Guatemala (31 agosto 1769)

Carlos III comunica al arzobispo Cortés y Larraz que no le acepta la renuncia (5 julio 1770)

Terremoto que destruyó la capital de Guatemala (29 julio 1773)

Se comunica al arzobispo Cortés y Larraz que el Rey ha aceptado la renuncia presentada el 31 de agosto de 1769 (25 septiembre 1777)

Don Cayetano Francos y Monroy es nombrado nuevo arzobispo de Guatemala (26 noviembre 1777)

Reclamación presentada por Cortés y Larraz (4 marzo 1778)

Don Pedro Cortés es obligado a abandonar Guatemala (30 septiembre 1779)

El nuevo arzobispo don Cayetano Francos y Monroy hace su entrada en la nueva capital (7 octubre 1779)

El Papa firma las Bulas nombrando a don Pedro Cortés, arzobispo de Guatemala, para el obispado de Tortosa(13 diciembre 1779)

Las Bulas con el nombramiento de don Cayetano Francos y Monroy se habían extendido considerando que la vacante de Guatemala se había producido por renuncia de su titular (“per renuntiationem factam in manibus nostris”). Pero en realidad, la vacante se produjo (el 13 de diciembre de 1779) por traslado de su titular a Tortosa. Por tanto, se dieron dos situaciones contrarias y, como consecuencia, se obligó a don Pedro Cortés a salir de Guatemala en una fecha en la que todavía era su titular. Y el sucesor tomó posesión de la diócesis de Guatemala antes de quedar vacante.

Por este motivo fue necesario solicitar al Papa la concesión de un Breve Sanatorio, concedido el 28 de diciembre de 1780 y remitido al arzobispo Francos y Monroy (25 marzo 1781) “con especial encargo de que no lo hiciese notorio”. Hasta el 21 de octubre de 1783 no se autorizó su publicación en Guatemala.

Encontrándose don Pedro Cortés en Tortosa recibió, procedentes de Guatemala, copias del Breve Sanatorio y de la Carta Pastoral con que su sucesor lo presentaba a sus diocesanos. Estimando que en dichos documentos no era tratada su persona con la consideración que merecía y que los hechos no se ajustaban a la realidad, solicitó al Rey autorización para escribir en su defensa, en carta de 5 de mayo de 1785. Recibida la autorización el 15 de febrero de 1786, envío desde Zaragoza (donde residía después de su renuncia a Tortosa) el documento que tituló así: “Apología de la Verdad y Justicia vulneradas notablemente y desfiguradas en un papel impreso en la Ciudad de Guatemala a 2 de Abril de1784 bajo la firma Cayetano Arzobispo de Guatemala. La hace el Ilmo. Sr. Dn. Pedro Cortés y Larraz, Arzobispo Obispo de Tortosa”.

Cerró el documento con estas palabras: “Esta es la que apetezco y me ha alentado a tomar este trabajo inoportuno, según las circunstancias en que me veo, postrado en una cama, y esperando la última hora. Hágase la voluntad santísima de Dios con fidelidad, y en todo, así en la tierra como en el cielo. Amen. Zaragoza a 15 de Junio de 1786. Pedro Arzobispo Obispo de Tortosa”.

Don Pedro Cortés y Larraz falleció el 7 de julio de 1786.

En el Breve Pontificio se lee que se informó al Papa que “las Bulas Apostolicas por las que fuisteis instiruido Arzobispo de Guatemala [se refiere al sucesor] fueron aquí despachadas por nosotros en tiempo que costa haber faltado el consentimiento de dimision o renuncia de el Arzobispado de vuestro Antecesor Pedro… y aunque sucediese todo esto sin dolo de persona alguna, por error puramente inculpable y de buena fe…”. Y más adelante, al referirse a la actuación del arzobispo Cortés y Larraz en su defensa: “… ya por haber todos ignorado aquel error, de que procedía la nulidad, ya por haberos recibido con buena fee por su legitimo Prelado…”.

Extremos que difícilmente se pueden sostener si se consultan los datos de la actuación de la Audiencia de Guatemala, que actuó como juez y parte en su enfrentamiento con el arzobispo Cortés y Larraz (Archivo General de Indias. Sección V, Audiencia de Guatemala. Legajo 939) . Y en cuanto a la recepción que tuvo el nuevo Arzobispo, éste manifestaba al Rey, en carta de 6 enero 1781, que todas sus ovejas (a excepción de los Ministros del Rey) le recibieron con positiva repugnancia, con mala voluntad y con odio formal. Y cita la actuación de la plebe, de la nobleza y del clero. Nombra a las personas que le apoyaron: ministros del Supremo Tribunal, Regente, Presidente y tres canónigos. “De ninguno otro he hecho confianza, ni merecido auxilio o protección".

2 comentarios:

Diana dijo...

Don Pedro Cortés. me he pasado la infancia oyendo hablar de él. cuanto tiempo verdad?

Julio Martín Blasco dijo...

Empecé a estudiar esta figura en 1986, leyendo la inscripción de la plaza de la Iglesia. Y siempre se puede aprender algo